miércoles, 26 de septiembre de 2012

No mientas

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Lectura bíblica: Efesios 4:25

Por lo tanto, habiendo dejado la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo. Efesios 4:25


Antonio estaba confundido. Creía que Julio y yo éramos amigos, pensaba. Si no quiere jugar, debiera decírmelo. Es la cuarta vez que me dice que falleció su tía Beatriz y que tiene que ir a su entierro.
Tema para comentar: ¿Tienes amigos que presentan excusas en lugar de decirte la verdad? ¿O que dicen mentiritas para esquivarse de hacer lo que no quieren hacer?
Julio podía haberle dicho a Antonio: “No tengo ganas de jugar”. O podría haber hablado sinceramente y decirle: “Prefiero no jugar porque siempre desordenas mi cuarto y después no ordenas nada, y no me gusta tener líos con mi mamá”. O podía haber sido absolutamente directo y decir: “Mira, la última vez que viniste atropellaste a mi perro con tu bici y pusiste tan nervioso a mi gato que se le cayó el pelo a los cinco minutos que te fuiste. ¡No me llames más!”.
Quizá puedas identificarte con Julio. Si tienes un amigo como Antonio, quizá te preguntes si no está bien decir alguna vez una mentirita. Pero eso sería igual que preguntar: “¿Qué tiene de malo si alguna vez pongo la mano en el fuego?” o “¿Qué tiene de malo si alguna vez me pongo en las vías cuando viene un tren a toda velocidad?” o “¿Qué tiene de malo comerme alguna vez el veneno para las ratas?”.
Decir la verdad es una de esas cosas absolutas, que siempre es correcto hacer. Es así porque Dios siempre dice la verdad. Nunca es correcto ni bueno mentir. Ni siquiera alguna vez. Ni siquiera un poquito.
A veces puede ser difícil decir la verdad. Pero hacer lo bueno es siempre bueno, aunque no sea siempre fácil.
A la larga, vivir de la manera que quiere Dios es mejor para ti y para todos. Aunque no lo creas, los que te rodean quieren que seas veraz con ellos. Si dices la verdad aun cuando te resulte difícil, los demás se quedarán admirados. Tus amigos, compañeros de escuela, familiares y vecinos creerán lo que dices.
Seguro, habrá ocasiones en que tendrás que decir: “No puedo contestar eso”, o “Prefiero no decirlo”. O quizá tengas que decirle a alguien simplemente: “Gracias por el regalo” sin decirle que no te gusta el color. Hazte la regla personal de siempre decir la verdad, pero decirla con amor (ver Efesios 4:15). Es muy probable que tu dedicación a decir la verdad motivará a otros a tu alrededor a ser también veraces.
PARA DIALOGAR: ¿Qué tal te va como chico veraz? ¿De qué manera puedes ser honesto y amable al mismo tiempo?
PARA ORAR: Señor, tú eres siempre completamente honesto con nosotros, pero eres también completamente amable. Ayúdanos a hablar tan sabiamente como hablas tú.
PARA HACER: Quizá te sientas perdido en una telaraña de mentiras que has estado diciendo por mucho tiempo. ¡Hoy puedes empezar a ser veraz!



McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

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